martes, 12 de agosto de 2008

Cuando hacer las cosas bien nos hace mal

Uno de los desafíos mas difíciles de advertir en el proceso de autosanación es darnos cuenta de “en que estamos fallando” si creemos que estamos haciendo las cosas bien.

Hay personas que hacen todo “de la manera correcta” y no entienden por que la vida les devuelve desafíos que sienten que no se merecen, y la razón principal de esto es porque muchas veces “hacer las cosas bien nos hace mal”.

¿Cómo puede ser esto?...

Se supone que somos educados e incentivados para hacer todo bien, para ser puntuales, dar el máximo de nosotros, ser trabajadores y esforzados en la vida, pero… ¿por que esto podría hacernos mal?...

La respuesta nace de otra pregunta: ¿De donde te mueves al hacer las cosas?... ¿Desde que espacio interior tomas tus decisiones?...


Últimamente he atendido a muchas personas que consultan por dolores inexplicables en las articulaciones, brazos y cintura o presentan síntomas de estrés e incluso depresión (cansancio, ansiedad, infelicidad) y al tratar de indagar en “como se están tomando la vida” para averiguar que es lo que los esta “tensando”, me doy cuenta de que es difícil que estas personas asuman que hay algo malo en su comportamiento o emociones ya que al parecer tienen todas las variables emocionales controladas de manera que la dolencia que tienen debe ser algo biológico y funcional algo que no tiene ninguna relación con algún origen emocional.

Las características que acompañan a estas personas suelen ser la autoexigencia, el querer controlar todo, el juicio hacia otras personas que no hacen las cosas “como se debe” o como ellos las hacen, la extremada responsabilidad. Suelen verse a si mismas como “tiradoras para arriba”, comprometidas, justas y que no se angustian ni son pesimistas. Lo mas visible de todo es que no se dan cuenta de que “hacer las cosas bien es lo que les esta haciendo mal”.

¿Cual es la manera de hacer las cosas entonces?

¿A caso hay que hacer las cosas mal?... ¿ser impuntuales e irresponsables?...

No, claro que no, hay que hacer las cosas bien pero “permitir que a veces salgan mal”.

El desafío no es hacer las cosas, si no que hacerlas desde el amor y no desde la obligación o el miedo, aunque estemos obligados a hacerlas. Por ejemplo supervisar el estudio de un hijo, cocinar, lavar los platos, revisar la correspondencia, etc… labores domesticas que estas personas hacen de maravilla para la vista de los demás, pero con secuelas internas para su salud. Uno de los ejemplos mas claros se da en la crianza de sus hijos a quienes les exigen desde el miedo a que no puedan salir adelante en la vida y no desde el amor y comprensión en sus cualidades y destrezas personales pretendiendo criarlos para que puedan “defenderse” en un mundo competitivo. Entonces estas personas hacen lo que sienten que deben hacer, exigirles el máximo aunque tengan que usar pastillas y psiquiatras para conseguirlo. La pregunta es: ¿de que espacio interior crían a sus hijos?...

Otro ejemplo mas censillo sería una persona que no se perdona la idea de llegar atrasada a una cita y cuando, por causas ajenas (accidentes en el camino), esta yendo atrasada…. se martiriza y descompone solo con la idea de que va a llegar tarde… y eso… le hace mal, se tensa y se enferma sin que se de cuenta de ello. Pues bien, analicemos las posibilidades: Si llega tarde lo peor que puede pasar es que le cambien la cita para otro día, y en ese caso tendrá algo de tiempo disponible para hacer una de esas cosas que nunca hace por falta de tiempo como tomarse un café o vitrinear un rato (por supuesto que esto no lo hará). Otra posibilidad es que lo atiendan a deshora y la que suele darse es que la persona a la que visitaba también estaba atrasada de manera que coincidieron en el atraso. Lo curioso de estos casos es que estas personas suelen ser muy racionales e inteligentes, pero no razonan estas variables durante el proceso.

A lo que debemos prestar atención en este ejemplo es lo que pasa en el mundo interior de la persona que va atrasada durante el viaje a la cita … en como se toma ese viaje y que nivel de reflexión y flexibilidad tiene frente a los cambios que se le presentan en el momento ya que así es en general como se toma el día a día.

La tensión con que hacen las cosas y la pre-ocupación con que intentan controlar las variables para que la vida no les de una “sorpresa” se va acumulando en los músculos y las articulaciones y tarde o temprano se enciende esa luz que indica un cambio de aceite o de liquido de freno en su vehiculo físico, solo que nuestras luces no nos indican que nos esta faltando o fallando, si no que simplemente nos indican que algo en nosotros no esta bien y este tipo de personas suele simplemente querer cambiar la ampolleta que se ha encendido sin querer indagar el por que se ha prendido.

¿Cual es la actitud correcta para vivir entonces?

Vivir con fe!!


Pretender controlar las variables para que no ocurra nada malo en la vida es no tener fe, juzgar a los demás porque no hacen las cosas como uno quisiera es no ver a Dios en el otro, temer al fracaso propio o al de los hijos es no tener fe, creer que hay situaciones indebidas en la vida de uno cuando ocurren y no ver en ellas un propósito de crecimiento es no tener fe.


La vida esta para vivirla no para evitar que ocurran cosas, “hacer las cosas bien muchas veces se hacen para evitar que algo malo ocurra y eso en definitiva no nos hace bien”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Comparto tú reflexión, con el fín de cumplir todas nuestras tareas muchas veces nos angustia nos ahoga y nos hace sentir atrapados por el tiempo y la presión de hacer todo a la perfección nos hace sentir atrapados, la poca tolerancia al fracazo genera inconformidad en nuestras vidas.
Hay que dar un cambio a esta vision tanh perfeccionista.

Delicaditos, detalles para recordar dijo...

Hola, soy Romina.
Gustaba mucho de tu música y me alegra que hayas enfocado tu sensibilidad en un área tan hermosa y llena de misterios como es el alma,sus recovecos, sus enfermedades en cada persona como en el alma de la propia humanidad.
Tengo la intención de ir leyendo poco a poco tus ensayos pues me parecen muy interesantes. Pero la verdad es que hay una cosa en particular que me trajo hasta ti: tengo una inquietud sobre los niños indigo, como sé que haces estudios de aura, quisiera saber que conoces acerca del tema y cómo puedo saber certeramente si mi hija es indigo. Ella es muy especial, tiene un año y cinco meses y es muy avanzada, inquieta, rebelde, tierna. Hay muchos aspectos en ella que coinciden, pero quisiera saberlo bien.

Hay alguna forma??
Te pido si es posible me envíes tu respuesta a rominiv@gmail.com
Espero que tengas algo para mi.
Ella se llama Anastasia del Pilar.
Gracias