Manifiesto

Hace seis años que deje de ser adicto

Por Alvaro Scaramelli.

Miro hacia atrás y me parece mentira… van a ser seis años ya, desde que deje de maltratarme y logré salir de esa adicción que me consumía y mantenía en la oscuridad, cegado a las bendiciones que la vida me daba día a día.

Una adicción que ocultaba delante de mis hijos, mujer y familia, aunque sé que ellos algo sospechaban ya que me veían triste y callado con poca capacidad de disfrutar la vida.

Desde que dejé el vicio he vuelto a nacer, la vida me sonríe en cada esquina, lo que necesito llega a la puerta de mi casa como por obra de magia, y si hasta me río porque aunque hayan pasado casi seis años, todavía me parece increíble lo que acontece dia a día frente a mis narices, como si un ángel se estuviese anticipando a cada cosa que necesitaré y las fuese sincronizando para mi.

No saben el gozo interior y el descanso que siento dentro de mí a cada minuto, sobre todo cuando respiro profundo y siento la vida acontecer en mí, como un regalo. Queridos amigos(as), créanme… es un lujo estar vivo y limpio por dentro y por fuera, es un lujo estar sano y sentirse una pieza útil de este universo.

Aunque mi vida parecía andar bien, con una hermosa mujer y bellos hijos, con los desafíos y dudas propios de la vida, aunque me sentía agradecido de Dios y de la vida en general, una lucha feroz se libraba en mi interior y fueron años difíciles los que tuve que pasar hasta darme cuenta de que lo que tenía era una adicción, y solo cuando la reconocí es que pude emprender el difícil pero necesario camino de la rehabilitación. Si bien no tuve a alguien físico que me guiara, mi propia voz proveniente desde el lado más bueno de mi ser me fue ayudando a descubrir por mi mismo las vías que debía transitar para dejar este vicio.

El principal obstáculo era vencer a esa parte de mi personalidad que me saboteaba a cada segundo, debía dejar de “inyectarme” y debía ser firme, proponérmelo y vencerme de una vez por todas, se lo debía a mi madre, a mi mujer y a mis hijos, pero sobre todo, cosa que comprendí mas tarde, me lo debía a mi mismo, no era posible que con tantos dones me dejara llevar por ese mal que tenía sometida mi felicidad.

Se que se estarán preguntado cual era mi vicio, probablemente jamás se les pasó por la cabeza a quienes me conocen que yo pudiese estar sometido a una adicción, pero quiero ser sincero con Uds. no estoy hablando de drogas ni alcohol, estoy hablando de un vicio que padecen miles de personas sin siquiera detectarlo, y me refiero a las preocupaciones, al miedo y a la victimización, me refiero a esos hábitos emocionales que se apoderan de nuestras vidas y nos impiden reconocer las bendiciones que tenemos frente a nosotros día a día.

Mi cabeza loca pasaba metida en el futuro donde todo me faltaba, planeando como iba a pagar el colegio de los niños, como iba a hacer para cubrir las deudas y los dividendos, me hacía mirar a mis hijos con sentimiento de culpa y me hacia sentirme miserable al compararme con otras personas que pensaba, tenían todo solucionado en sus vidas. Esa cabeza loca interrumpía los buenos momentos en que estaba distraído disfrutando de algo inyectándome victimización y poniéndome en escenarios ficticios donde la vida era dura y debía esforzarme cada día para poder llevar el alimento a la casa.

Otras veces esa misma cabeza me llevaba hacia el pasado haciendo surgir la rabia, culpas y frustraciones provenientes de situaciones que todavía no estaban cerradas en mi vida. Pocas veces estaba realmente en el presente, a pesar de haber trabajado duro en meditación y tecnicas espirituales, pocas veces lograba sostenerme en él.

Mi vicio, como todo vicio era un estado químico al que se había acostumbrado mi cuerpo, cada pensamiento negativo, cada miedo, rabia o rencor liberaba en mi cuerpo sustancias a las que me había hecho adicto, de manera que cuando me sentía un poco bien, pronto se despertaban esos miedos y mi cabeza se encargaba de llevarme a alguna situación ficticia donde pudiese sentir lastima de mi vida o incertidumbre para que se liberaran en esas sustancias que me devolvían al estado al que mi cuerpo se había acostumbrado. De manera que literalmente, me inyectaba pensamientos inadecuados.

Cuando descubrí esto, comencé a vigilar mi cabeza y a detener todo pensamiento obsesivo relacionado con una situación inexistente, fue increíble darme cuenta de lo poco que tenía conciencia respecto a lo que la vida VERDADERAMENTE ES ya que el vicio me tenía totalmente enajenado de la realidad, y lo mas ridículo era que mi cabeza me había convencido de que “preocuparme por el futuro era ser responsable” y que vivir el presente era una actitud evasiva, poco coherente con las necesidades diarias, situación que era, y sigue siendo orquestada por las sociedad en sus propagandas publicitarias, enseñanzas en los colegios y universidades, discursos políticos y consejos de los propios padres.

Es realmente increíble despertar de una día para otro y darte cuenta de cómo una mentira ha tomado tanto poder en las mentes de tantas personas haciéndoles creer que el éxito es el resultado del esfuerzo y que hay que vivir en un estado de competencia diario contra la pobreza porque si no lo haces nadie lo hará por ti y caerás en la miseria…. ¿Miseria?... vaya, lo que me parece increíble es la miseria que hay en tanta riqueza material…

Cuando dejas el vicio algo se despierta en ti, una supra conciencia te permite comprender cosas que estaban veladas bajo el manto del miedo y la incertidumbre y que te hacen comprender que formas parte de una sistema abundante de vida, que las cosas no llegan a ti porque te has esforzado si no porque has sido honesto y porque las necesidades de cualquier persona son satisfechas por las vías que estén disponibles. Fue así como comprendí que yo era un puente por donde pasaban las cosas que necesitaba mi familia, y que si mi puente se bloqueaba producto del miedo o una enfermedad, las cosas les llegarían por otras vías u otros puentes de abastecimiento, y que mi VERDADERA responsabilidad en la vida era convertirme en un buen puente, un puente sólido y bien señalizado, para que a través de mi pasen todos los dones que Dios envía a quienes los necesiten.

Fue así como comencé a purificarme, le enseñe a mi mente a no pensar en cosas que me hacían mal o que no correspondían a la realidad, comencé de a poco a cambiar mi pasado por medio del perdón, y establecí una nueva relación con Dios, aprendí a tener certeza en mi corazón, comprendí que la vida es extremadamente inteligente y que satisface todas mis necesidades, no solo las que yo creo necesitar si no que también aquellas cosas que haciéndome daño o creándome dolor y confusión, eran necesarias que llegaran a mi vida para que yo pudiese trabajar algún aspecto de mi personalidad que me mantenía atado a un sistema equivocado de ver la vida. (Toda esta experiencia la he compartido en mis posteos y en mis dos libros SANARTE)

Hace casi seis años que no me pre-ocupo, no tengo miedo al futuro, no me esfuerzo para trabajar, no me angustio y no me permito dudar ni un instante en que el universo me conoce y sabe exactamente lo que necesito y necesitaré en el futuro. Lo que tengo en mi corazón es CERTEZA, una certeza inquebrantable que me permite vivir en paz disfrutando de mi familia, mi trabajo y de los milagros que se suceden día a día.

Esta certeza no evita que sucedan cosas en la vida, aunque estoy seguro que las minimiza ya que uno mismo deja de provocar daño o de sembrar cosas malas que te obligan a cosechar de lo mismo, pero de lo que si estoy convencido, porque lo he vivido, es que aun sucediendo cosas difíciles de superar, las asimilas de una manera apropiada que no te permite caer en el drama y sufrimiento al que hemos estado acostumbrados, porque una inteligencia espiritual que se activa en uno nos hace comprender la naturaleza de los hechos mas allá de nuestro deseo atado al ego humano.

Nunca supe y hasta el día de hoy no se, como voy a pagar el colegio de mis hijos, los dividendos o las cuentas del próximo mes, pero eso ya no es tema para mi, todo lo que necesito esta cubierto por el universo que solo me pide a cambio que me levante temprano, haga lo que tengo que hacer con amor, sea honesto y trabaje en mi purificación día a día.

Yo se que hay todo tipo de desafíos en la vida, a mi me tocó el de la abundancia para conocer a Dios, a otros les toca la enfermedad, la soledad, el perdón e incluso la riqueza entre muchos otros, pero estoy seguro de que todos tienen como denominador común el vencer el miedo y descubrir que no estás solo(a) en este universo, que eres conocido(a) y que formas parte de una sistema. Lo que debes saber es que el miedo es una emoción contraria al amor y que se mantiene alimentada por tus pensamientos, esos pensamientos que te “inyectas” día a día como una droga a la que te haces adicto(a) sin darte cuenta.

Dios los bendiga y les permita descubrir la realidad detrás de lo aparente.

Alvaro Scaramelli